Conociendo al Grupo Tudanca, la esencia de una gran familia.

La propuesta.

1 de diciembre. Con este mes cerraremos 2018 y eso merece hacerlo a lo grande. Propongo comenzarlo sumergiéndonos en la Ribera de Duero, respirando su esencia, bajando allí donde su corazón latía hace siglos. La propuesta añade una enorme dosis de componente familiar, fuertes notas de calidad y un innegable fondo de matriarcado. Mis acompañantes: 18 prescriptores de vino, gastro, viajes y lifestyle. Nuestro destino: Aranda de Duero. Nuestro fin: conocer lo mucho que el Grupo Tudanca tiene que contarnos. Ganas: todas.

Imagen de la bodega subterránea de Aranda de Duero del siglo XIII.
Bodega subterránea del S.XIII en Aranda de Duero (Burgos).

Primera parada: con Ribiértete al corazón de Aranda de Duero.

De la mano de Ribiértete descendemos a las profundidades. Tanto como once metros a través de estrechas escaleras de piedra centenaria. Huele a historia, a vino, a historia del vino.Paz. Es extraño y emocionante, me siento en casa aún siendo la primera vez que mis pies pisan las bodegas emblema de Aranda. Aquí siguen, estoicas desde el siglo XIII, aunque su mayor expansión se diera entre los siglos XIV y XV. Hoy sólo permanecen 135 de las 300 que se entrelazaban en aquél entonces.

Sin necesidad de cerrar los ojos, veo a aquellos “tiradores” que trasladan costosamente el vino en “pellejas”, desde el lagar a las cubas de estas bodegas subterráneas. No les faltó vista a los primeros bodegueros que trazaron esta ruta. Aquí el vino encontró su sitio desde el principio. La humedad constante de entre 9 y 13 grados, la ventilación perfecta desde la entrada a la “zarcera”, o chimenea, y el aislamiento en forma de silencio absoluto. Sí, inmejorables condiciones para que el vino durmiese en las cubas el tiempo que fuese menester. Ajeno al paso de carruajes de entonces y al perturbador estrés de ahora.

Grupo de prescriptores junto a miembros de la familia Tudanca en la bodega subterránea de Aranda de Duero.
Grupo de prescriptores junto a miembros de la familia Tudanca en la bodega subterránea.

Segunda parada: tiempo para catar Vinos Tudanca.

Este lugar invita a sentir y a catar. De ello se encarga la familia Tudanca. Prefiero llamarles así, familia, más allá del honroso Grupo que representan. Ante todo, la familia. Como tal trabajan perpetuando el legado de la gran matriarca, Doña Vicenta de las Heras. La abuela les dejó un prolífico obrador y unos viñedos con la idea de elaborar algún día sus propios vinos. Pues bien, desde 2001 esa idea se ha materializado bajo la batuta de un padre y una hija: Julián y Laura Sardina. Es precisamente ella la que nos ofrece sus vinos, historia y conocimientos:

  • Tudanca Roble 2015: tempranillo con 10 meses de barrica. Notas tostadas bien ensambladas con ciruelas maduras.
  • Vicenta Mater 2016: atractivo rojo cereza, 12 meses guardado en sutil madera que lo ennoblece, le da complejidad y carácter. Un más que merecido homenaje al alma de la familia, de sus vinos y de sus dignos resultados: “la yaya Vicenta”.
  • Tudanca Vendimia Seleccionada 2011: en él veo al Ribera de Duero más de libro. Es opulento con su alta capa, potente intensidad aromática, carnosidad y madurez de su fruta casi licorosa tras los 18 meses en madera, proviniendo de uvas demás de 80 años. El vino de placer, éste es.
  • Tudanca Verdejo 2017: también hay un sitio para un blanco entre los vinos Tudanca. Se trata de un Rueda gastronómico en el que encuentro hierba y fresca fruta tropical, delicadamente armado gracias a su contacto con finas lías.
Vinos Tudanca Tintos degustados durante la cata en las bodegas subterráneas de Aranda de Duero
Vinos Tudanca tintos, de la Denominación de Origen Ribera de Duero.

Tercera parada: tiempo para comer en Asador Tudanca.

Poco a poco, voy conociendo a más integrantes de esta familia arandina: Jesús Tudanca, Javier Yagüe y, el antes mencionado, Julián Sardina. Con ellos visitamos su gran hotel situado del Complejo Tudanca, junto a la laureada Área de Servicio Tudanca y parte de sus 40 hectáreas de viñedo. Lo pisamos. Los colores del otoño se han apoderado de él.

Colores de otono en las cepas de tempranillo dentro del Complejo Tudanca.
Colores de otono en las cepas de tempranillo dentro del Complejo Tudanca.

Adentrarse en su memoria familiar es abrir una ventana a la tradición, al sacrificio, al merecido legado de una mujer luchadora. Es compartir con ellos una buena mesa castellana, deleitarse con el lechazo churra I.G.P y el premiado Tudanca Crianza 2012 (premio Envero 2016). Así, en familia, ellos, el grupo y yo, todos disfrutando del buen hacer tal y como a Vicenta le hubiese gustado.

Despedida y cierre: tiempo para el postre en Pastelería Tudanca.

El postre. Esa guinda que debe cerrar toda experiencia culinaria que se precie. Buscándolo me traslado con el grupo al origen de los orígenes de la saga, su obrador. En 1870 se encienden sus hornos para consolidarse hoy como todo un referente en pastelería nacional. Gran parte dela culpa de este éxito lo tiene su producto estrella: los hojaldres. Mil hojas gourmet, finas, crujientes, desmenuzadas delicadamente en cada mordisco. No es de extrañar el empuje empresarial que experimenta el Grupo Tudanca al comenzar su distribución a los mejores restaurantes del país. En la actualidad, Esther Sanz a la Dirección y Antonio Cabeza como maestro obrador, perpetúan la estela de aquel obrador legendario.

El maestro obrador, Antonio Cabeza, elaborando la masa de hojaldre, observado por el grupo de prescriptores.
El maestro obrador, Antonio Cabeza, elaborando la masa de hojaldre.

Desde niña he escuchado cómo mejora el gusto de todo aquello elaborado por uno mismo, tras un esfuerzo propio. Comprobado. Manga pastelera en mano, relleno uno de aquellos divinos hojaldres. Nos hemos convertido en pasteleros por un rato y nos encanta. Hay cariño y mucha risa en la elaboración, que sumados al gran trabajo del maestro Antonio, sólo pueden dar un resultado insuperable. Así es. Disfruto satisfecha mi primer hojaldre Tudanca. Todos mis sentidos están de enhorabuena.

En suma, mis más sinceras felicitaciones a una familia única que afronta el presente con lealtad al pasado, pero renovándose con calidad para un prometedor futuro. Bravo.