Bodegas Menade: The Best, The Rest, The Rare

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Bodegas Menade: The Best, The Rest, The Rare – 

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Cada vez que visito una bodega encuentro algo que me gusta, que me impresiona, que me satisface. Ya sea un vino que cato, un rincón especial, una persona entrañable, o todo ello en conjunto. Cada bodega te ofrece algo que hay que saber ver y valorar.

En este caso, he experimentado muchas cosas, muchas sensaciones, todas muy especiales. Algo así me pasó años ha al oír “The Best, The Rest, The Rare”, álbum del grupo de heavy “Helloween” (1991), que recopila los temas míticos de la banda, así como esas “caras B” increíbles, y algunas “rarezas”. Un disco que áun me pone la piel de gallina, considerados por muchos uno de los mejores LPs del heavy de todos los tiempos. Este disco me ha inspirado para escribir las líneas siguientes.

Menade es una bodega de la que oí hablar ya desde el principio de su actividad, allá por el 2005. Una bodega que cuyos vinos siempre me sorprendieron, con una personalidad algo diferente a otras bodegas de la zona que elaboran vinos con verdejo (esa uva denostada de la que hablo en este otro post). Dirigida por tres hermanos que forman parte de una familia de 5 generaciones dedicada el vino (familia que ha sido reponsable de la creación de históricas marcas en la D.O. Rueda) y que gestionan 180 Has. de viñedo: Alejandra, responsable de que los vinos de Menade se conozcan por todo el mundo y de simpatía desbordante, es la menor de los tres; Marco, el mayor, es quien gestiona los viñedos con meticulosa precisión; y Richard, el mediano de los hermanos y el más intrépido, que imprime su sello personal en la enología de la casa. Aquí en la parte de familia casi podríamos incluir al Citroën 2CV, el “Bio-lógico”, todo un símbolo de la bodega (casi tanto como el coche de Prada a Tope, otro mítico vehículo que forma parte de la Historia del Bierzo).

Así empezó todo, con un día algo lluvioso, y con el coche de barro hasta arriba, tras recorrer una pista de tierra ya empapada de la lluvia de varios días, que en condiciones normales se puede transitar perfectamente. El día prometía.

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El “Yalocato-car” siempre dispuesto a conocer nuevos destinos

The Best

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Tras la llegada de los asistentes y una breve presentación de Alejandra, sus hermanos Marco y Richard nos explicaron la filosofía de Menade, sobre la que íbamos a profundizar durante la visita. Interesante la creación de un “hotel para insectos”, con 52 variedades de plantas, que conviene gestionar bien para evitar determinadas enfermedades de la vid, siendo una forma de acabar de manera natural con las plagas de las cochinillas, pulgones, moscas blancas, etc. Insectos beneficiosos no son todos, pero sí las avispas, las mariquitas, las abejas, los escarabajos, las arañas comunes, las lombrices, etc. También han creado un sistema de “árboles móviles” que van trasladando de una zona del viñedo a otra para comprobar su efecto “antiplagas”. ¡Ah! Existe un proyecto de introducir una granja de animales en el futuro. ¡Ecología en estado puro! Me gustaron los conceptos que transmiten de “agromarketing” y “ruralmarketing” (¡fantástico!).

Tras este despliegue “verde”, nos fuimos a visitar la bodega centenaria subterránea propiedad de la familia desde hace décadas en La Seca que los 3 hermanos, cual 3 mosqueteros, rescataron y ahora la han convertido en una pequeña joya subterránea. Siguiendo su original apuesta, la denominan “SÉCALA“, jugando con las palabras que dan nombre al pueblo.

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Ahora sí biene LO MEJOR… Para los frikis del vino probar vinos en barrica es lo más interesante de una visita a una bodega, junto con la vista y explicación de los viñedos, vale… Y así probamos 2 variantes de un verdejo, cultivo natural (sin adición de sulfuroso): añada 2015 (un año en barrica del año 2009, de 500 l.) y otro de añada 2014. Vinos de guarda, ecológicos y naturales. Sólo dos barricas de 500 l. que no rellenan y que no saben si llegarán a embotellar. Con una alta acidez natural. Sensacionales. Profundos, con estructura, untuosos… Aquí el vídeo del momento: ver vídeo.

De ahí pasamos a ver el resto de la bodega, con casi 1.000 metros de galerías subterráneas donde apenas cabía una persona de alto y ancho… con sus zarceras correspodientes para asegurar la ventilación. Precioso recorrido que aconsejo visitar (solicita información aquí).

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Seguimos bajo el epígrafe “The Best” para contar la vuelta a bodega, subir a la terraza donde se ve la meseta castellana en estado puro, a la derecha Valladolid, a la izquierda Tordesillas. En medio, viñedos. Preciosa vista y sensación de paz. ¡Buena energía y buena onda del grupo convocado!

The Rest

Me centro ahora en esas “caras B” de Menade. Esos vinos que ya han saltado a la palestra, en los que se lleva mucho tiempo trabajando, y que ya están listos para salir en un “recopilatorio” que, a fin de cuentas, va a ser el portfolio nuevo de la bodega. Cata de “nuevos” vinos con un nuevo concepto, buscando mantener la mineralidad, profundidad, intensidad y largura de los Menade “verdes”, pero con un nuevo espíritu más “blanco”. Un “espíritu blanco” que se limpia, que se hace más maduro y que apuesta por la evolución que aporta el conocimiento y la convicción por lo que se hace.

La cata estuvo brillante, y no sólo porque se transmitió ese nuevo espíritu, sino porque los vinos estaban fantásticos (no en vano, era día “fruto/calor” según el calendario biodinámico) y, a pesar de estar nublado (no me suele gustar catar en días nublados porque los vinos están más apagados), los verdejos de Menade estaban perfectos y embriagadores.

Catamos 6 vinos: La Misión (unos 20 euros PVP), que sustituye desde ya al V3, año 2014, en el que econtramos mucha fruta blanca; en comparación con la añada 2015 que también catamos, que es más mineral y calizo, con excelente acidez. Aquí la bodega busca limpiar los antiguos V3 de esas notas a madera (que a mí me gustaban entonces) y elaborar vinos más directos, que muestren más el terruño y la uva (y, porqué no decirlo, con un corte más internacional). Dos vinos que sería muy difícil reconocer como verdejos en cata a ciegas por sus matices (muy alejados de los verdejos más convencionales).

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Proseguimos con los vinos Nosso 2015 y Nosso 2014. El primero con aromas que me recordaron a anises, algo de tiza… Profundo y largo, con la glicerina justa de un tiempo sobre lías. Me encantó. El segundo, con dos años ya desde la cosecha, evolucionaba a fruta más amarilla, pero estaba sorprendentemente bueno.

No había probado antes estos vinos, pero me cautivaron, sobre todo por su relación calidad/precio. Unos 8,90 euros PVP. Bravo.

Pasamos luego a catar el Menade Verdejo 2016, muestra de depósito, con alta acidez (aún por domar un poco), pero con gran estructura y boca.lacre-de-cera-natural-vino-nosso-bodegas-menade ¡Promete! También probamos el Sauvignon 2016, de nuevo alejado del golpe de fruta tropical y “pis de gato” típicos de la variedad reforzados por unas levaduras a veces un poco artificiales. Un Sauvignon de Menade agradable y para disfrutar.

Los nuevos vinos los viste por fuera Carlos Mena, en papel algodón, y que dibujan animales que te encuentras por la zona: un caracol, una liebre, un galgo y un erizo. El vino “La Misión” destaca por el cambio de botella (una borgoña), y en su etiqueta vemos sarmientos y racimos, dispuestos con formas geométricas. Los vinos nuevos de Nosso van lacrados con cera natural de abejas (otra novedad), y todos los vinos apuestan por una botella más ligera (menos contaminante, y también más barata, que esos botellones de un kilo de peso de vidrio).

La visita culminó con una magnífica comida con productos de temporada ofrecida por uno de los chefs con más solera y prestigio de Castilla y León: Cecilio Lera (Restaurante Lera – Zamora). Cecina exquisita de entrada, ensalada de perdiz y codorniz escabechada, lentejas “pardinas” y pichón en escabeche. De postre tarta de queso y queso que elabora la bodega (bueno, lo elaboran en la quesería de Rueda ex-profeso en este caso para Menade, y se cura en la bodega subterránea de La Seca). Un espectáculo.

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 The Rare

Por último, lo “raro”… Si al principio del post cometaba esas dos barricas de verdejo “de guarda” como algo excepcional, al bajar por las galerías de la bodega subterránea pudimos probar un vino de esos que te tocan el corazón: un verdejo con más de 25 años en una bota de 500 l. sobremaduro, dulce natural, con unos 300 gr. de azúcar… Recordaba a un PX, pero no: no lo era. Aromas aún “frescos” (pasas, orejón, azúcar glass, cítricos, azahar… Aún tengo el recuerdo de esa nariz), y boca maravillosa (excelente equilibrio acidez-dulzor, envolvente, sedoso, largo… Muy largo y con un retronasal que enamora). Una joya que difícilmente se olvida. ¡No está a la venta! Arrrgggg…

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Luego, en la comida, junto al disfrute de los blancos de Menade que probamos en la cata, Richard tuvo el detallazo de compartir otros vinos que están elaborando… Quizá formen una posible edición limitada en el futuro que bien podrían llamarse “Vinos clandestinos” (el nombre no es idea mía, sino de la bodega, que me parece estupendo y de casi obligatorio lanzamiento). Comenzamos con un maridaje (o armonía) perfecto: la cecina con un vino generoso (no encabezado) elaborado con velo de flor, como se hacía antaño en Rueda, mezcla de 3 añadas -2004, 2005 y 2006- y embotellado en 2008. Me pareció fascinante, aunque para ponerle un 10 yo hubiera pedido un poco más de “punch”, y comenté que si se encabezara tendrían el “amontillado” perfecto. Todo verdejo, por supuesto. Delicado, sutil, complejo, laaaaargo. ¡Guau!

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También salió a la mesa un tinto de Toro ecológico (Tinta de Toro), de viñedos viejísimos y 20 meses de crianza, con la barrica bastante presente, pero que con los platos de caza combinaba a la perfección. Aunque yo repetí ese “amontillado” de verdejo con las lentejas, armonía que me parece sublime.

Luego probamos al final su vino dulce de verdejo, y ya me atraparon del todo. Lo reconozco: además de las burbujas, soy FAN aboluto de los vinos generosos en todas sus versiones… Y de los dulces en todas sus versiones. Y ¡Dios!, con ese queso de Menade y el dulce, llegamos al éxtasis de los sabores.

Y, sí, quizá esté exagerando, pero eras rarezas me llaman tanto la atención que las disfruto el doble. Sin duda fue un broche de ORO de la visita.

También agradecer por supuesto a Patricia Regidor (de la empresa Pintan Copas Comunicación), que lleva la comunicación y redes de la bodega (muy bien, por cierto), y se encargó de que todo saliera perfecto. ¡Felicidades!

En definitiva, un día sobresaliente en una de las bodegas con más personalidad de la zona.

Para acabar, volvemos al origen: la verdejo. Y a la viña. De donde nace todo. ¡Ah! y bien se puede disfrutar de los vinos “eléctricos” de Menade escuchando a Helloweeen: “The Best, The Rest, The Rare”

¡Hasta la próxima!

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